24/6/10

Cristina

Hace por lo menos un año trabajé como fotógrafo de un periódico amarillista, tomaba fotos de muertos y criminales, no era un trabajo que me llenara de gusto y por su puesto no era nada creativo, pero en ese proceso conocí gente que envidiaba mi puesto de trabajo, quería entrar a la morgue o llegar de primeros a un accidente automovilístico para ver la sangre y las tripas.

Entre ese grupo de gente que se me acercaba a preguntarme qué tan emocionante era mi trabajo apareció una de esas típicas chicas vestidas de negro con maquillaje negro, pelo negro y puyas en las muñecas, me llamó muchísimo la atención, era sumamente atractiva, debajo de todo ese "Dark Costume" se veía que había una niña de tal vez 17 años muy hermosa con unos grandes deseos de llamar la atención o de recibir cariño. Ella se acercó, era estudiante de fotografía y quería adelantar el trabajo de fotoperiodismo que le mandarían en dos semanas.

Tengo que aclarar que en una isla tan pequeña como esta solo se estudia fotografía en una universidad, en el resto dan artes o diseño gráfico, por lo que fotografía como tal la da un profesor que manda los mismos trabajos año tras año tras año. Me parecía natural y hasta me agradaba la idea de que la chica pidiera ayuda para salir del trabajo más engorroso del semestre, la escena no era de las más fuertes que me habían tocado ese año, un carro se había volcado en la Av. Luisa Cáceres de Arismendi la noche anterior, no habían heridos, no había sangre, no había nada de lo que buscaba el periódico, pero servía para su trabajo y yo podía usarlo para justificar mi mísero sueldo, le dije los mejores ángulos a nivel artístico y a nivel económico. Despues de unos 20 minutos de poca charla, mucho agacharse y sobre todo mucho sudor y calor mi periodista me llamó para que dejara ese "perro muerto" tranquilo y nos movieramos al CICPC que tenían a no sé quien agarrado con un golpe en la cabeza.

La chica me dio las gracias y me pidió mi número pues sabía que necesitaría mas fotos y le había gustado trabajar conmigo, sin darme cuenta y con el apuro le di mi número y mi sobrenombre, pero no se me ocurrió si quiera preguntarle su nombre, tampoco creí que realmente llamaría o escribiría, si no que era cortés por haberme retrasado en mi trabajo.

Pasaron las semanas y renuncié a mi trabajo, era horrible y el sueldo no alcanzaba para pagar pero ni unas birras un viernes en la noche y así como la vida se ríe de uno a diario; a veces también nos manda angelitos vestidos de negro para alegrarnos las cosas, la chica me escribió dos días después de renunciar, me pidió vernos en la playa de Bayside para hablar un poco, sin cámaras y sin nada extra, ella llevaba el vino y los porros. Me explicó y aseguró que mi "única misión era ser la desconocida que la acompañaría a despegarse del mundo de lo conocido y a viajar por la vía láctea y otras galaxias más lejanas donde pudiera dejar la ropa en una estrella y vagar con el alma y la piel expuesta sin importar lo que sucedía a su alrededor más que los colores y su propia felicidad".

Como buena bisexual que tenía mucho tiempo sin una relación sexual que valiera la pena sinceramente solo escuché la parte de quitarse la ropa y andar con la piel expuesta, así que nuevamente sin preguntarle ni nombre ni nada mandé el mensaje de respuesta diciendo: En media hora estoy ahí! Camino a Bayside me empecé a preguntar si la chamita era gay, si la chamita de verdad iba a estar ahí y si a lo mejor si quiera yo le gustaba y no era una simple loca que lo que quería era que le cuidara la pea porque se peleó con la mamá y el resto de los amigos.

Mi primera sorpresa fue encontrarla sentada con una bolsita de cosas en uno de los muritos de la entrada de Bayside, la segunda fue que no estaba de negro, si no vestida normal con una camisa de tiritas con rayas horizontales rosas y blancas, un jean desgastado y unas cholitas de playa rosadas, debajo se notaba un traje de baño rosa pálido muy tierno y ella no llevaba ni una gota de maquillaje, lo que la hacía mucho más hermosa, pero tb la hacía lucir menor y por lo tanto peligrosamente ilegal, me acerqué a ella, la saludé con un beso suave en la mejilla y al fin me dijo que se llamaba Andrea, calladas caminamos hasta el pedacito de playa de Bayside, eran como las cuatro de la tarde, así que faltaba como una hora para el atardecer y hora y media para que oscureciera, era martes así que asumí que no se acercaría mucha gente a donde estabamos.

Ella sacó la botella de vino de la bolsita y la abrió, empezamos a beber directo de la botella, era dulce, no vi la marca, no me importaba, algo en ella me tenía hipnotizada, algo en ella no me dejaba ver lo que sucedía alrededor, siempre he pensado que ella era como un hoyo negro de atención, yo no podía dejar de verla, era hermosa con su piel blanca y su cabello negro largo y liso, sus ojos castaños me tenían hechizada, no hablabamos, estabamos en silencio pero para mi verla era como si me contara su vida sin contarla, si supiera dibujar de verdad la hubiese convertido en mi modelo, si hubiese tenido mi cámara le hubiese tomado fotos hasta llenar la memoria de la cámara, pero solo tenía mis ojos para observarla y mi memoria para recordar los detalles de sus labios delgados y rosados, el brillo que iban tomando sus ojos con cada trago de vino y el tono rosado que iba coloreando sus blancos cachetes a medida que el alcohol hacía efecto en ella, yo casi no bebía, solo quería verla, me imaginaba desnudándola y besando sus pequeños pechos, sus caderas, lamiendo sus labios, la verdad estaba demasiado concentrada en ella, no me di cuenta cuando sacó la bolsita de ganya y preparó el primer porro, lo vi cuando lo puso entre sus labios y aspiró, sentí el olor dulce y amargo del monte y me dejé llevar por su imagen entre el humo, me recosté en la arena sin dejar de verla, pero ahora con las estrellas de fondo, cada vez me parecía más hermosa, más irreal, no podía creer que fuese la misma "Dark Doll" que había visto el otro día del volcamiento, sí, las dos eran hermosas, pero Andrea era irreal, inalcanzable y la otra era demasiado terrenal, atractiva pero un poco falsa, las amaba sin amarlas a las dos, pero no podía creer que fueran la misma, de repente logré salir de mi ensimismamiento y preguntarle:

- Andrea, como es que te ves tan diferente hoy del otro día? Qué pasó? Como es que ahora pareces un ángel de algodón de azúcar dulce y tentador mientras que el otro día parecías algo muy parecido a la parca del metal... qué sucedió?

Pasó un rato en silencio, fumando, hipnotizándome otra vez sin decir palabra alguna, asumí entonces que no quería contarme, que quería que solo la viera y la dejara ser sin juzgarla, que entendiera con solo verla que ella es más de una persona a la vez y que me permitiera a mi misma amarlas todas sin conocerlas, así fuese solo por un atardecer, por una noche, sin tocarla, que solo la mirara y entendiera, a través de eso que era posible enamorarse de una imagen simplemente y ella era la muestra clara de eso, sin embargo al rato me respondió:

- Esa que viste es Cristina, es mi otro yo, es la realidad más oscura de lo que significa para mi ser mujer, desde que tengo uso de razón Cristina está conmigo, soy yo misma, lo sé, trato de no dejarla salir, pero cada vez tiene más fuerza, está obsesionada con el suicidio y el dolor, le gusta que la golpeen cuando tiene relaciones, ella me obligó a perder mi virginidad y me obliga a estar con hombres y mujeres que no me gustan, ella es como ese hombre maldito que nos golpea para sentirse más macho, Cristina es eso en mi, es triste pero ama ser triste, a veces creo que todas tenemos una Cristina con nosotras, que es la que nos obliga a arrastrarnos por un tipo que no nos quiere y que nos obliga a hacer las cosas que sabemos no queremos hacer pero creemos son nuestra obligación, Cristina es la que nos obliga a permanecer en una relación o en un matrimonio que no nos hace feliz, es la que nos empuja a herir a las personas que amamos y a ser infieles cuando no queremos. Yo odio a Cristina... y Cristina me odia a mi, es la realidad de lo que somos al final... no? Las mujeres nos odiamos por ser mujeres y débiles, Cristina no es más que mi propio odio por mi misma, a medida que me hago más adulta Cristina se hace más fuerte, sé que va ganar porque lo veo en las demás mujeres, Cristina siempre gana.

Silencio... no supe qué responder, conocía todos los sentimientos que ella expresaba, pero no les había dado nombre de mujer, a veces los sentimientos me ganaban y me llevaban a tomarme una caja de pastillas de dormir y a pasar una semana en cama, pero al final siempre se iban y podía volver a vivir tranquilamente y olvidarme de eso por un rato. Esta chiquilla siempre lo tenía presente, no podía escapar del dolor y de su propio odio, de su inconformidad por ser mujer, que terrible ver a una criatura tan perfecta y hermosa, tan maravillosa consumirse en su propio odio y más terrible aún darme cuenta que Cristina existía en cada mujer que conocía, solo que era primera vez que Cristina tenía cuerpo y alma. Al pasar los minutos Andrea siguió hablando y explicando:

- Lo peor de todo es que a veces la amo, como el día que se acercó a ti, las dos sentimos que nos podías entender, que sabías lo que somos y que podías amarnos por un rato, dejarnos ser tuyas las dos en una y luego dejarnos ir libres sin obligarnos a permanecer a tu lado, por eso te escribí, quería que Cristina me dejara conocerte y me dejara ver el mundo antes de que terminara de consumirme, tu fuiste un escape para mi, me viste con ojos de comprensión y ateción y esta tarde te has portado como necesitaba que lo hicieras, que fueses mi compañera silenciosa, que me vieras nada más y me hicieras sentir tal vez amada, tal vez querida pero sobre todo idolatrada, gracias, por ti y por las pocas personas que conocí como tu es que hoy puedo despedirme del mundo como Andrea y dejar que Cristina termine de tomar lo que soy y haga lo que quiera con mi cuerpo.

Se levantó de la arena y me besó suavemente en los labios, quise tomarla y poseerla como solo las mujeres saben poseer otras mujeres, pero no quería romper el encanto de la tarde que habíamos pasado, Andrea se fue y más nunca escribió, estoy segura que Cristina la consumió y debe haber sido una de esas millones de niñitas que se cortan las venas a diario en el mundo, sin embargo para mi ambas fueron una lección más allá de lo que podría explicar con palabras, gracias a ellas asumí un rol de mujer poderosa que no se deja consumir, gracias a Andrea, la Cristina en mi es cada vez más pequeña y se viste de colores.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

muy bueno cariño...excelente forma de representar los alter y las polifacéticas maneras de manifestación de las personalidades. Solo espero que Cristina no se apodere totalmente de la belleza que da la suavidad de una mujer. UN beso

margi dijo...

Mujer!!!!!! bienvenida al grupo carajo!! que cuento tan redondo tan bien construido de imagenes....aplausos redoblados!!!!
gracias por estar mi WawA---- esta es tu casa