31/5/10

Más de lo que puedes tragar

- ¿Sabes? Creo que no estabas preparado para hacer lo que tanto pregonabas.

- No me salgas con esa guevonada...

- Coño, pana... sabes que sí, que es como te digo. Te llenabas la boca diciendo esto y aquello, y a la final cediste a la vaina, como cualquiera de nosotros...

- Bueno, Raúl... ¿tú viniste a visitarme, o a echarme un sermón?

- No te arreches, Amílcar... sabes que yo soy tu pana del alma, y por eso mismo te digo las vainas como son.

- Verga, yo sé, men... yo sé... pero, pana: mírame... mira donde estoy. Ahorita lo que menos necesito es que me recuerden que la cagué. Un pelo de apoyo es lo que me hace falta. No me recuerdes más nada, que yo solito no hago más que darle vueltas a la cabeza al peo...

- Bueh... coño, sorry de verdad... tienes razón en eso... Mira, vuelvo el jueves, a echarte otro vistazo. Un abrazo.

- Dale, Raúl... coye, gracias por venir, de verdad... Tú eres mi pana del alma.

Los dos colgaron el intercomunicador, y a Raúl lo guiaron hasta la salida. Amílcar se agarró la cabeza una vez más, mirando la mesa, pero ahí mismo lo levantaron y lo condujeron hasta su celda. Como toda persona que vive una situación que preferiría no estar viviendo, repasaba una y otra vez los hechos que lo llevaron a ese punto. Las metidas de pata son así: te persiguen y no te dejan quieto, y te dejan de regalito el maravilloso ejercicio de imaginarte la vida alterna en la que nunca hiciste lo que te trajo a este momento. E invariablemente te repites a ti mismo lo mejor que sería todo sin ese pequeñísimo suceso.

Recordó lo grandote que se sentía cuando decía que era tolerante. Decía que a los homosexuales había que llamarlos gays y no maricos, y que no le importaba trabajar con chinos en la agencia, pero procuraba igual sentarse en la mesa de los compatriotas en el kitchenette del trabajo. Sabes, porque esa gente no sabe nada de béisbol y no les gusta ni la cerveza, ni el ron, ni el merengue, ni la salsa.

También se acordó de que se las tiraba de opositor. El gobierno era satanás, y había que salir de esos corruptos como sea. Pero el día de fiesta decretado la fecha del golpe que el actual presidente dirigió hace años se lo tomaba todos los años con mucho gusto, sobre todo si caía viernes o lunes, y además metió papeles en un ministerio, porque los sueldotes eran buenos, y quién quitaba y lo contrataban.

Y ni hablar de cómo se llenaba la boca acerca de lo liberal que era para el sexo. "La vida es muy corta, y hay que aprovecharla", "las mujeres criollas sí se las tiran de difíciles... no como las europeas que son más regaladas", "todo el mundo debería hacer una orgía una vez en su vida"... todas frases que le encantaba repetir. Él mismo tenía una aventurilla ocasional con alguna que otra, por ahí, e incluso se regodeaba de haber estado en un trío una vez.

Así que sus amigos no pudieron creer ese titular de última página. Nada como la cachetada de leer el nombre de un conocido en la página de sucesos. ¿Por qué lo hizo? ¿Qué le pasó? Si era tan buena gente, y tan jodedor... y se veía que se querían mucho... La gente se pregunta miles de cosas cuando lee que un hombre apuñaló a su mujer al sorprenderla con un amante.

Amílcar también se lo preguntó, pero ya después, cuando lo agarraron. Todavía tenía fresco el color rojo de cómo se le puso la vista al ver a su señora con un vecinito con chocolaticos en la cama cuando llegó ese día del trabajo. Ella le sonrió, y lo demás fue borroso, pero recordó haber despertado de su trance asesino con las últimas palabras de su esposa y la mano bañada en su sangre:

- Yo... yo creía... que te iba a gustar, amor...

Eso es lo malo de creerse la propia filosofía de vida. A veces se come más de lo que se puede tragar.

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